A la fórmula de Crash Bandicoot le ha pasado su tiempo, hay que admitirlo. En los tiempos de la primera consola PlayStation podíamos aceptarlo como lo que era, un plataformas 3D que seguía su propio camino y no intentaba parecerse a su rival directo en la consola de 64-bit de Nintendo. Pero los tiempos han cambiado.
A diferencia de los amplios y libres escenarios del fontanero, la trilogía original de Crash optaba por niveles en forma de “pasillos” y algunas secciones 2.5D, todos repletos de peligros y enemigos que hacían de la rutina de ensayo y error algo con lo cual aprender a vivir. Este, sin embargo, no es un tipo de diseño que se ajuste muy bien en la moderna jugabilidad de los plataformas 3D.
Del pasado al presente
Hace unos años recibimos un muy solicitado Crash Bandicoot: N. Sane Trilogy cortesía de Toys For Bob, que le hacía justicia a los juegos originales y los traía a toda una nueva generación de jugadores, mientras resucitaba la nostalgia de otros tantos. A estos mismos se les encargó la tarea de darle continuación a dicha terna con un título original y oficialmente enumerado como la cuarta entrega. A pesar de los muchos juegos de Crash Bandicoot en la primera década de los dos mil, que bien pudieron haber tomado dicho lugar.
El resultado son ciertos sentimientos encontrados. Se nota el trabajo invertido de los desarrolladores en el aspecto visual, el uso de colores y efectos, la fidelidad con el ambiente natural de Crash. El asunto es otro en la variedad de escenarios; culpa de un diseño cuestionable donde los viejos pasillos o corredores vuelven con el mismo desparpajo de los noventa, no algo netamente necesario. Incluso los segmentos laterales reaparecen con cierta imprecisión en algunos saltos, dada la profundidad de campo muchas veces pasada por alta.
En otras ocasiones, la ubicación de los enemigos o el posicionamiento de trampas no son los más indicados, cajas de Nitro al final de saltos giratorios obligados son muestra de ello. La cámara tampoco se queda atrás, y si nos referimos a las secciones de rieles o el nefasto mundo congelado, apreciamos de primera mano los problemas de los que no se excusa Crash Bandicoot 4. Está bien que un juego sea difícil, siempre y cuando sea mecánicamente justo y preferiblemente, divertido. Pero no es el caso.
Una gran oportunidad para innovar
Esto no es culpa de la trilogía de Naughty Dog que le precede, es más bien debido a la poca motivación de innovar en una secuela directa, que con la tecnología moderna pudo haber sido más ambiciosa. O por qué no, de mayor libertad exploratoria en ámbitos abiertos. Esto va de la mano con coleccionables que solo están ahí para repetir los niveles superados pero a costa de frutas, gemas y reliquias ocultas o carreras contra el reloj. Coleccionar 200 frutas Wumpa es más una molestia que un reto.
Dejemos a un lado el castigador y no del todo limpio sistema de juego como plataformas. Quienes disfruten realmente de aquel estilo de antaño se encontrarán con una decente cantidad de contenido en It’s About Time, pues además de los niveles base podrán recorrer escenarios ‘Flashback’ con una más exigente mecánica plataformera; niveles ‘N-Verted’ o versiones oscuras de áreas previas, entre otros detalles para fanáticos.
Aparte del clásico modo de vidas limitadas, también es posible reemplazarlo por un contador de muertes con cajas de ‘checkpoint’ repartidas a lo largo de los niveles, como en la vieja escuela, este último de vidas y continúes infinitos. Sin embargo, el espacio entre ‘checkpoints’ es de largas secciones en ocasiones y corregir los mismos errores una y otra vez puede llegar a cansar. Nada que no ocurra en cualquier otro plataformas, pero acá se siente menos satisfactorio o entretenido. Las batallas contra jefes pueden parecer originales a su modo, pero no se alejan del mismo vicio.
A medida que progresas en Crash Bandicoot 4 te encuentras con diferentes máscaras que le otorgan a Crash y Coco habilidades como alterar la realidad -materializando y desmaterializando plataformas-, ralentizar el tiempo o saltar a grandes alturas -pero con un riesgoso impulso adicional al aterrizar-. El problema es que estas máscaras solo se pueden usar en momentos específicos, cuando el juego lo desea; no son parte de inventario alguno y su uso orgánico pierde toda razón de existir, como los objetos mágicos ancestrales que son.
Más iluminación y fluidez, gracias al poder de la nueva generación
La experiencia que brinda Crash Bandicoot 4: It’s About Time para Xbox Series S|X y PlayStation 5 es, como era de esperarse, gráficamente superior a las de sus predecesoras. Sin embargo, donde realmente brilla la versión para consolas de décima generación es en sus tiempos de carga y en la fluidez que permite que el juego siempre se mantenga a 60 fotogramas por segundo estables. Hay situaciones específicas donde el juego ha tenido problemas para sostener la estabilidad, pero afortunadamente solo fueron un par de situaciones aisladas a lo largo de 15 horas de progreso.
Conclusión
Puede que Crash Bandicoot 4: It’s About Time haya hecho su mejor esfuerzo por replicar el diseño de la trilogía original, pero hubiésemos querido que intentara hacer un producto más diferencial y no uno con niveles a los que les falta una identidad definida o recordación. La dificultad erróneamente balanceada puede que tenga sus seguidores, pero seguramente es una fuerza energética repelente para la gran mayoría del público interesado. Al final puede resultar frustrante por cuestionables decisiones de diseño, pero principalmente poco divertido pese a su colorida belleza.
Reseña hecha con una copia física de Crash Bandicoot 4: It’s About Time para PlayStation 4 brindada por Solutions2Go y una copia digital del juego para Xbox Series S|X.