Llegué a este Averno capitalista sin idea de en qué me estaba metiendo. El tutorial me hacía sentir como si estuviera tomando clases virtuales con el diablo para manejarle el área de producción, ya que lo hice en varias sesiones. Salí como la Patricia Fernández que estudió los 6 semestres de Administración de empresas en la San Maligno.
La empresa que creó Hell Architect, Woodland Games, es de Polonia. Por eso no me sorprendió cómo luce, el humor tan macabro que maneja y el gracioso diseño de los demonios y demás personajes. Recordemos que este país nos dió regalos como el pintor Zdzisław Beksiński, la banda de ‘death metal’ Vader o los afiches de películas de la era soviética.
Un infierno con modos de juego
Hell Architect tiene dos modos de juego. El primero es Sandbox, en el que uno es el administrador de todas las vagas almas de los pecadores que habitan el infierno y las usa para producir sufrimiento de forma creativa. Uno es algo así como un artista de la mortificación espiritual. Bastante recomendado para poner en práctica todo lo aprendido en el diabólico tutorial.
La otra modalidad es el infaltable modo Historia. Este tiene varias misiones y con varios grados de dificultad. Para cumplir los objetivos, una tiene que encontrar el mejor balance posible entre producir recursos, preservar al personal, atormentar a los muertos y sacrificar almas para obtener materiales de construcción. El propósito final es evitar que le pongan a uno un memorando satánico por inepto.
Cuando quedan claras las mecánicas generales, llegué a reír mucho. Entre tanta babosada de capataz que yo decía mientras interactuaba con el juego, fue muy catártico gritarle a los condenados: ¡A PELEAR DESGRACIADOS! cuando los veía por ahí mirando para arriba, todos quietos, en vez de estar minando recursos o proceder a matar —de formas muy desagradables— a aquellos que sufrían del pecado de la pereza para sacarles esencia y poder construir más infraestructura. Cada muerto tiene su pecado capital que le hace más o menos útil. Luego —con mucha práctica, paciencia y observación— se pueden aprovechar al máximo esas fallas de carácter.
Es bien irónico que el ritmo que maneja es de atención y acción inmediata a varias cosas sucediendo a la vez y que al tiempo sea benevolente con los que nos confundimos contando una gallina amarrada y anestesiada (alias internetz explorer); supongo que este es un aspecto bien pensado del juego.
Sería muy divertido que este juego fuera utilizado en ambientes corporativos como otro método de evaluación de manejo de recursos y ‘multitasking’. Algo como “¿se le murieron todos los pecadores? No nos llame, nosotros lo invocamos.
Tuve una experiencia corta con Hell Architect, pero lo disfruté tanto que estoy considerando volver a él durante vacaciones para explorar lo mejor posible todas las características y detalles que ofrece. Quiero proveer las mejores comodidades a mis difuntos, poner a prueba los métodos de agonía más horrorosos,n rescatar almas sacrificadas del Limbo para que vuelvan a trabajar al infierno. También hay que entender y aprovechar los demonios ‘middle-managers’, los cuales suben ciertos aspectos de productividad, pero consumen muchos materiales. La economía no da para eso (por el momento). Y a ver cómo integro las reliquias a la maquinaria laboral, ya que de primera impresión dije: ¿pa’ qué es eso tan raro y a qué horas cierran?
En conclusión, este título tiene muchas mecánicas y no siempre es fácil descubrir cómo sacarles provecho. Hay que aproximarse a este juego con mucha paciencia y ganas de aprender. Solo así lograremos que Satanás reconozca nuestro empeño.
Reseña hecha con una copia digital de Hell Architect para Steam brindada por Leonardo Interactive.